Desde principios del siglo XX, se sabía que la única posibilidad de curar un cáncer, era terminar hasta con su última célula. La inexistencia o incipiencia de armas como la quimioterapia, radioterapia y oncogenética y la teoría entonces vigente, de que un cáncer nacía de una célula que originaba un foco tumoral, que se extendía, a la manera de una mancha de aceite de forma centrífuga; basaban la esperanza de la curación en la cirugía, que, por tanto, era extensa y muy mutilante. Se extirpaban enormes bloques de tejido , que incluían, la mama, los músculos retromamarios, gánglios axilares e incluso gánglios del interior del tórax.
Esta filosofía, duró hasta los años 70, en los que investigaciones británicas y norteamericanas fundamentalmente, demostraron que el cáncer, era una realidad biológica, con repercusión en todo el organismo del paciente, desde etapas iniciales, demostrándose claramente, que cirugías menos mutilantes tenían el mismo resultado que las anteriores y que el concurso de procedimientos complementarios como la radioterapia, la quimioterapia y la detección precoz y la educación sanitaria, eran necesarias para reducir la mortalidad.
La perseveración en esta filosofía y el aumento del conocimiento, permitieron en los 80, dar inicio a la cirugía conservadora, es decir, limitar la cirugía de la glándula mamaria a la resección del tumor o de una parte de la mama y la ganglionar, a la resección de los primeros ganglios donde drena el tumor, por medio de imaginativos métodos, al principio con colorantes y después con isótpos, para, en caso de no estar afectados, evitar la resección del resto de los ganglios. En definitiva, obtener los mismos o mejores resultados (gracias a la conjunción de todas las disciplinas terapéuticas) con las menores secuelas posibles. En este esfuerzo, tuvo una especial significación la oncología italiana y concretamente mi maestro U. Veronesi.
En los 90 se identificaron claramente los diferentes tipos de cáncer mamario, que sabíamos procedían, al menos de dos tipos celulares y que conformaban al menos cuatro tipos moleculares, con sus peculiaridades terapéuticas.
Con el nuevo siglo, se produce un hecho, que la historia pondrá en su lugar; la secuenciación del genoma humano, esto nos permite, conocer el mecanismo intrínseco de la génesis del Cáncer, las mutaciones, alteraciones moleculares consiguientes y los fallos y posibilidades del sistema inmunitario que ocasionan un cáncer y esto hace que aparezcan nuevos fármacos, que actúan sobre estos pasos moleculares con gran eficacia.
En los años 10 del siglo XXI, situación actual, una nueva filosofía alumbra el tratamiento del cáncer mamario. Vuelven a tomar relevancia principios de la época hipocrática como el definir nuestra misión como la de tratar enfermos y no enfermedades. Haciendo al paciente y no al médico protagonista. Hoy el tratamiento es un esfuerzo multidisciplinar centrado en el paciente. El objetivo es obtener un diagnóstico preciso, que nos permita un tratamiento individualizado con la intención de conseguir el control de la enfermedad tumoral y la rehabilitación global del paciente.
Esta rehabilitación debe abarcar aspectos como el Psicológico, el laboral, la sexualidad, el vestido etc.
En este esfuerzo de restauración, tiene especial relevancia el aspecto cosmético, existiendo actualmente la posibilidad de realizar secuencias terapéuticas individuales combinando la radioterapia, quimioterapia y cirugía para conseguir resultados estéticos formidables tanto con cirugía conservadora como reconstructiva.
Curiosamente, el conocimiento de características del genoma del paciente (la llamada línea germinal) y del tumor (línea somática) y las muy precisas técnicas de imagen de las que disponemos hoy, nos permiten conocer el llamado riesgo acumulado, es decir, la probabilidad de que surja un cáncer mamario en la mama operada y la contralateral. Esto hace, que tumores grandes, en principio orientados a la mastectomía, pero en los que su composición molecular nos permite predecir, responderán muy bien a la quimioterapia, pasen a ser operados con una cirugía mínima, después de la quimioterapia y tumores muy pequeños, sean operados con mastectomía e incluso con doble mastectomía, porque características genéticas y moleculares del tumor y del paciente, nos indican una alta posibilidad de recaída o aparición de un nuevo tumor.
La probada eficacia del procedimiento, permiten hoy que la mayorIa de las mastectomías, puedan realizarse con conservación de la piel y el complejo areola pezón, lo que permite una reconstrucción inmediata, poco agresiva, económica y de gran resultado estético.
Otro aspecto sobre el que el conocimiento genético-molecular y las efectivas terapias regionales surgidas, como la electroquimioterapia, han permitido hoy avanzar, es el tratamiento de la recidiva local y metastásica.